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La neurocientífica Susana Carmona explica lo que ya sabíamos: por qué el cerebro de una madre le permite hacer varias cosas al mismo tiempo – El Mundo

La maternidad atraviesa a las mujeres de un modo decisivo. No solo hablamos de su cuerpo, de sus vísceras y de lo que a su identidad repercute. Nos referimos a sus efectos en el cerebro, ese órgano asociado en el imaginario colectivo a la frialdad y a los cálculos, parámetros, a priori, en las antípodas de traer hijos al mundo.

Por extraño que parezca, las investigaciones pioneras en neurociencia sobre las modificaciones cerebrales causadas por la maternidad no llegaron hasta 2017. Susana Carmona, Erika Barba y Elseline Hoekzema empezaron a estudiar sobre el asunto en 2008 hasta que publicaron en ‘Nature Neuroscience’ sus primeras conclusiones, como que los cambios que se producen en el cerebro de las madres están dirigidos a mejorar su capacidad para proteger y relacionarse con el bebé.

A raíz de ahí, Carmona (Terrasa, 1980), psicóloga, doctora en Neurociencias, docente del Instituto Europeo de Salud Mental Perinatal y directora del grupo de investigación en neuroimagen Neuromaternal del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, ha ampliado estudios en este campo, al tiempo que la materia ha despertado interés en la comunidad científica europea y norteamericana. No en vano, "el 85% de las mujeres pasa por un embarazo. Hay que saber qué es lo que sucede en el cerebro durante y después de este proceso", explica. Ahora acaba de publicar ‘Neuromaternal’ (Sine Qua Non).

Los estudios revelan que los cambios en el cerebro de las madres duran hasta seis años después del parto. Por ello, se equipara este periodo, el de la ‘matrescencia’, al de la adolescencia. ¿Este concepto está aceptado por la comunidad científica?
Cada vez más se utiliza este término, acuñado en los 70 por la antropóloga Dana Raphael. En cuanto a magnitud y forma de los cambios efectivamente sí son equivalentes los cambios que se producen durante la maternidad y la adolescencia. Se reduce la masa gris, aunque eso no implica algo malo. Otros estudios afirman que los cambios persisten de por vida y que influyen en cómo envejecemos. Han comparado a madres con mujeres que no lo son y las primeras presentan rasgos de más juventud cerebral. Existen dos hipótesis para explicarlo: una biológica, según la cual el aumento de los estrógenos durante la gestación ‘te obliga’ a actualizar tu sistema inmune, por lo que al entrar en la menopausia tengas menos inflamación y se reduzca tu envejecimiento cerebral. La otra, ambiental, sostiene que la crianza supone tantos retos para una madre que vives en un entrenamiento cerebral constante y, por tanto, tu cerebro se mantiene más joven.
Ustedes dicen que más cambio de cerebro supone un mejor vínculo con el bebé. ¿Qué pasa con los padres o con las madres adoptivas?
En humanos todavía no sabemos exactamente qué pasa en el cerebro, pero con animales sí está claro. Una rata no madre ignora o ataca a las crías. Si las hormonamos, su cerebro se modifica e inician la conducta materna. En 2017 comprobamos que había cambios en el embarazo, en el parto y en el posparto y que cuanto mayores eran, más vínculo con el bebé manifestaban. Creemos que estos procesos facilitan pero no determinan la conducta maternal, porque los padres y las madres adoptivas también se vinculan. Es decir, no hace falta pasar por un embarazo para tener esos lazos, pero los ponen un poco más fáciles. Luego ya influye la interacción con el bebé.
Los cambios que se producen en el cerebro de la mujer afectan a la red encargada de la atención y también a la red por defecto (RND). ¿A qué se aplican ambos conceptos?
La red por defecto tiene que ver con el estado en el que está una persona cuando no hace nada: pensamos en nosotros, en qué hicimos ayer, etc. Este ensimismamiento vinculado al yo es la base de la empatía, porque simulamos en nuestro yo cómo se siente otro. Es la base del altruismo y afecta a la conducta de madres y padres. En cuanto a la otra, se sabe que hay dos vías para atender a algo: prestar atención o seguir estímulos. Los bebés activan esta red y secuestran la atención de las madres. No es que no se enteren de otras cosas que pasan, sino que sus hijos se comen la mitad de su atención. Ellas tienen que tirar con la mitad para seguir haciendo las mismas cosas.

Sine Qua Non

¿Cuáles son las diferencias entre los cambios cerebrales que provocan el embarazo, parto y posparto? ¿Y según el tipo de parto?
Los que se dan en el embarazo y posparto los tenemos muy claros, pero los causados por el parto los hemos encontrado por accidente y tenemos que estudiarlos más. En la gestación disminuye el volumen cerebral, la materia gris. También pasa en la adolescencia y no es necesariamente malo. Esta disminución se acentúa en el parto y cuando se expulsa la placenta se incrementa ligeramente sin llegar al punto base. La reducción es desigual según regiones y no la podemos entender como un proceso conjunto. También hemos visto que no es tan decisivo que sea cesárea de urgencia o parto vaginal, sino que los cambios cerebrales los causa el trabajo de parto. Todavía hay que investigar más sobre esto porque no sabemos qué hay detrás de estas diferencias.
Usted sostiene que el conocer cuáles son los cambios cerebrales causados por la maternidad podrían predecir y evitar patologías perinatales, como la depresión posparto. ¿Cómo?
Si queremos saber qué se altera en la depresión o psicosis posparto, primero tenemos que saber qué sucede en la normalidad. Hasta 2017 no sabíamos nada. Necesitamos crear la línea base para predecir este tipo de patologías y otras. Sabemos que la gestación influye en Alzheimer, por ejemplo. En EEUU están evaluando cómo los factores hormonales afectan en distintas etapas vitales y una de ellas es la maternidad. Todavía hay mucho sesgo de sexo en la Neurociencia.
Contrapone en un capítulo de ‘Neuromaternal’ los conceptos de momnesia [o amnesia de las madres] y ‘matrescencia’. ¿A qué se refiere?
El primero se centra el los déficits que la maternidad causa en el cerebro de las madres, en los recursos mentales que pierden. Prefiero ‘matrescencia’.
¿Diríamos que la momnesia también se vincula a esa supuesta pérdida de intelectualidad que sufren las mujeres cuando son madres? ¿Es una visión despectiva que desacredita los cuidados de esa etapa vital frente a otras capacidades "superiores"?
Esto sucede porque se le da poco valor a la crianza, teniendo en cuenta que la conducta materna, que te protege siendo indefenso, es lo que no permite nuestra extinción. Las mujeres tienen que aprender muchísimas cosas en muy poco tiempo para que sobreviva la especie, pero parece no tenerse en cuenta. Además de tener la atención secuestrada por el bebé, también hay estudios vinculados al sueño y a la alimentación: si en el posparto y en el tercer trimestre de embarazo comes mal y duermes poco, llegan los problemas y las mujeres puntúan menos en memoria. Pero si les pasamos una lista de palabras que tienen que ver con estímulos relacionados con el bebé, puntúan mejor las embarazadas. A lo largo de los años, el cerebro de una madre, que está muy entrenado, también puntúa mejor en funciones ejecutivas en la vida adulta, es decir, aquellas que permiten planificar, hacer varias cosas al mismo tiempo, etc. Se pone el foco en lo que perdemos, pero no en todo lo que aprendemos, que es muchísimo.

Fuente: https://ift.tt/Ddnlg9O
Publicado: April 1, 2024 at 07:56PM

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