Aunque al mirar hacia el cielo nocturno no apreciemos ninguna diferencia en nuestra Luna, lo cierto es que el satélite natural de la Tierra ha sufrido cambios significativos en los últimos millones de años y actualmente está encogiendo. Es probable que su tamaño haya ido cambiando con el paso del tiempo a causa de que su denso núcleo metálico se está enfriando gradualmente.
La Luna todavía está caliente
Un reciente estudio, liderado por un equipo de científicos de la NASA, el Smithsonian, la Universidad Estatal de Arizona y la Universidad de Maryland y publicado en la revista Planetary Science Journal, encontró que nuestra Luna se ha reducido más de 45 metros de circunferencia a medida que su núcleo se ha enfriado gradualmente durante los últimos cientos de millones de años. La Luna solía estar más caliente, pero se ha enfriado con el tiempo y, aunque no se derrumbará, sí que será cada vez más pequeña y se producirán más terremotos lunares y deslizamientos de tierra.
“Se puede pensar en la superficie de la luna como si fuera grava y polvo secos y enterrados. Durante miles de millones de años, la superficie ha sido golpeada por asteroides y cometas, y los fragmentos angulares resultantes son constantemente expulsados por los impactos”, explicó el profesor Nicholas Schmerr, de la Universidad de Maryland en un comunicado de prensa. “Como resultado, el material de la superficie reelaborado puede tener tamaños desde micras hasta el tamaño de una roca, pero todo está muy poco consolidado. Los sedimentos sueltos hacen muy posible que se produzcan temblores y deslizamientos de tierra”.
¿Qué lo provoca?
La contracción es causada por el enfriamiento del interior aún caliente de la Luna y las fuerzas de marea ejercidas por la Tierra, lo que conduce a una contracción global, dicen los expertos. La formación de las fallas va acompañada de actividad sísmica en forma de terremotos lunares de poca profundidad (que fueron registrados por la Red Sísmica Pasiva del Apolo, una serie de sismómetros desplegados por los astronautas del Apolo). El estudio presenta ciertamente evidencia de una importante deformación de la superficie en la región del polo sur de la Luna, una consecuencia directa de su actual contracción.
¿Qué supone este hallazgo?
Este descubrimiento tiene implicaciones críticas para la exploración lunar (por el riesgo de futuros terremotos lunares), en particular para los aterrizajes tripulados Artemis III propuestos por la NASA. El programa Artemis, que lleva el nombre de la hermana gemela de Apolo en la mitología griega (Artemisa) y es la campaña en curso de la NASA para devolver a los humanos a la Luna y, en el futuro sentar las bases para la exploración humana de Marte. El objetivo de Artemis III es llevar a la primera mujer y al próximo hombre a la Luna en 2026 (si no hay más retrasos) apuntando específicamente al Polo Sur lunar, una región nunca antes visitada por seres humanos. Es un área de mucho interés porque se cree que hay abundante hielo de agua, un recurso que podría resultar vital para la habitación en la Luna y la exploración espacial a largo plazo.
El estudio plantea que los posibles lugares de aterrizaje para la misión Artemis son particularmente vulnerables a terremotos y deslizamientos de tierra. Utilizando modelos para simular la estabilidad de las pendientes de la superficie en la región, el equipo descubrió que algunas áreas eran particularmente vulnerables a deslizamientos de tierra debido a sacudidas sísmicas. Si estos temblores lunares que pueden durar horas y deslizamientos de tierra igualmente peligrosos, van a ser el escenario habitual en la Luna, podría plantear serios riesgos de cara a las metas humanas en la Luna, ya que los terremotos lunares podrían destruir el campamento base de Artemis, incluidos los edificios y la infraestructura.
"Nuestro modelo sugiere que los terremotos lunares poco profundos capaces de producir fuertes temblores de tierra en la región del polo sur son posibles a partir de eventos de deslizamiento en fallas existentes o la formación de nuevas fallas de empuje", aclaró Thomas R. Watters, científico emérito de el Centro de Estudios Planetarios y de la Tierra del Museo Nacional del Aire y el Espacio y autor principal de la investigación. "La distribución global de las fallas de empuje jóvenes, su potencial para ser activas y el potencial de formar nuevas fallas de empuje a partir de la contracción global en curso deben considerarse al planificar la ubicación y la estabilidad de los puestos avanzados permanentes en la Luna".
El equipo continuará mapeando la actividad sísmica en la Luna, con la esperanza de identificar más lugares que podrían ser peligrosos para la exploración humana. Por el momento, seguimos teniendo tiempo de maniobra: el alunizaje tripulado está programado para septiembre de 2026, pero habrá que evitar estas zonas de riesgo sísmico significativo para futuros asentamientos permanentes o incluso para estancias cortas.
Referencias:
- T.R. Watters et al. 2024. Tectonics and Seismicity of the Lunar South Polar Region. Planet. Sci. J 5, 22; doi: 10.3847/PSJ/ad1332
Fuente: https://ift.tt/JFBx7rv
Publicado: April 5, 2024 at 10:50AM