Corea del Sur lleva tres semanas conmocionada por un macroescándalo de vídeos pornográficos falsos. Una investigación periodística desveló a finales de agosto la existencia de numerosos canales en la aplicación de mensajería Telegram donde se distribuían fotografías y vídeos sexuales hiperrealistas, más conocidos como deepfakes, creados con inteligencia artificial a partir de imágenes reales de mujeres surcoreanas. Muchas de las víctimas y de los perpetradores son adolescentes. Solo uno de estos grupos ―y hay más de un centenar― contaba con más de 220.000 usuarios, según han revelado los medios locales. Entre las afectadas, hay estudiantes de todas las edades, incluidas muchas menores de edad, profesoras de varias universidades, de colegios de primaria y secundaria, militares y periodistas.
El caso ha disparado las investigaciones policiales sobre este tipo de crímenes digitales y ha forzado la intervención del presidente del país: “Algunos pueden ver esto como una broma, pero es claramente un acto criminal que explota la tecnología bajo el manto del anonimato”, dijo el 27 de agosto Yoon Suk Yeol, tras recordar que la mayoría de perpetradores no llegaban a los 18. El Gobierno ha prometido penas más severas para los involucrados, se han congregado cientos de manifestantes en las calles de Seúl, y en los hogares, en los foros de opinión y en los medios se ha avivado un intenso debate con múltiples dimensiones que van de la educación sexual de los adolescentes a la tolerancia social frente este tipo violencia sexual, de la misoginia sistemática en el país a la forma en que los menores de edad deben ser castigados.
La polémica ha coincidido además con la detención en Francia del fundador de Telegram, Pável Dúrov, acusado, entre otras cosas, de complicidad en la difusión de imágenes pedófilas en la red de mensajería instantánea que dirige. La policía surcoreana puso en marcha la semana pasada una investigación sobre la aplicación de mensajería que analizará su posible vinculación, y el organismo regulador de las comunicaciones aseguró que Telegram había cumplido con su solicitud de eliminar determinados contenidos pornográficos falsos de su plataforma y se había disculpado por su rol.
Las autoridades surcoreanas están investigando actualmente 513 casos diferentes de pornografía falsa, un 72,7% más que hace poco más de un mes, según ha informado este miércoles la policía del país y ha recogido EFE. Los casos se han disparado a raíz de las recientes revelaciones, y son muy superiores a los 180 investigados el año pasado. En los primeros nueve meses de 2024, 318 personas han sido detenidas en Corea del Sur acusadas de producir y distribuir este tipo de material; 251 de ellas (el 78,9 %) eran menores de edad, y 63 (el 19,8 %) tenían 14 años o menos. A menudo, este tipo de imágenes son usadas para causar un daño, como venganza contra una persona o para extorsionar a las víctimas. Según la legislación coreana, los menores de 14 años no están sujetos a enjuiciamiento penal, aunque los tribunales de familia pueden condenar a delincuentes juveniles de entre 10 y 14 años a trabajos comunitarios o enviarlos a centros de detención de menores.
El escándalo arrancó el 22 de agosto, cuando la periodista Ko Na-rin, del medio Hankyoreh, publicó un reportaje sobre estas salas en Telegram, después de que fuera desvelado que la policía investigaba este tipo de grupos dedicados a la pornografía deepfake en dos de las grandes universidades del país. Buscando en redes sociales, Ko descubrió decenas de canales en los que los usuarios usaban herramientas de IA para convertir imágenes reales en pornografía falsa pero hiperrealista en segundos. “Cada minuto la gente subía fotos de chicas que conocía y pedía que las convirtieran en deepfakes”, ha contado la reportera a BBC.
“¿Alguien conoce a *** ***-***, nacida en 2007, del instituto ***? Enviadme un DM si es así”, arrancaba el reportaje, citando a uno de los usuarios. “Hankyoreh ha descubierto pruebas de que la práctica ilegal de crear imágenes manipuladas de conocidos de la escuela o de un barrio concreto y distribuirlas está proliferando por toda la web”, continuaba. El medio ha seguido publicando numerosos artículos relacionados con el escándalo, entre ellos uno que desvela la existencia de un grupo de Telegram con 227.000 usuarios fácilmente accesible desde distintas redes sociales, donde se crean imágenes falsas a demanda, gratis las dos primeras, y pagando unos 0,44 euros por cada una de las siguientes. “Los expertos afirman que el canal es una cruda ilustración del estado actual de la pornografía deepfake, que mucha gente ni siquiera sabe que es ilegal”, contaba.
En Corea, diversos analistas han llamado la atención sobre una cultura de misoginia sistemática y sobre cómo una mala aplicación de las leyes ha permitido que los abusos sexuales digitales proliferen sin control. Heather Barr, directora asociada de la división de mujeres de Human Rights Watch, ha denunciado que ya es hora de que el Gobierno surcoreano se tome en serio un asunto que ha ninguneado. “Sabe desde hace años que los delitos sexuales digitales proliferan y son letales”, escribía en un artículo a finales de agosto. “Es hora de que se tome esta crisis más en serio. El Gobierno debe responsabilizar a los autores, proporcionar educación sexual integral a niños y adultos, y tomar medidas significativas para promover la igualdad de género”.
La magnitud de los hechos ha alimentando un debate que en realidad lleva tiempo en marcha; la velocidad de la tecnología lo ha acelerado y vuelto más acuciante. “La sociedad coreana no comprendió la situación a pesar de la naturaleza cada vez más rutinaria de la violencia sexual en el ámbito digital”, escribía este miércoles en una tribuna en Hankyoreh, Byu Young-jae, jueza de la sección de Namyangju del Tribunal del Distrito de Uijeongbu. “El Gobierno coreano (incluido el poder judicial, al que pertenezco) desatendió el daño causado por los delitos sexuales digitales debido a la falta de contacto físico. Los vídeos grabados en secreto y distribuidos después solo se consideraban ‘pornografía contraria a la moral de una sociedad sana’, a pesar de la innegable presencia de violencia contra la víctima”. Según cuenta, cuando se valoró la necesidad de regular los deepfakes, hubo quien alegó que las imágenes alteradas digitalmente no hacen daño a nadie, o quienes expresaron su preocupación por la posibilidad de criminalizar la curiosidad de los niños.
Corea del Sur es el país más atacado por la pornografía deepfake; sus cantantes y actrices constituyen el 53% de las personas que aparecen en este tipo de falsas reproducciones, según un informe de 2023 elaborado por Security Hero, una startup estadounidense centrada en la protección contra el robo de identidad, y citado por Reuters.
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Publicado: September 13, 2024 at 07:54AM