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Científicos descubren el sorprendente factor psicológico que alimenta el rechazo a las vacunas

Durante la pandemia de COVID-19, una de las grandes preguntas que surgió entre científicos, médicos y gobiernos fue: ¿Por qué tantas personas se niegan a vacunarse, incluso con la información científica clara sobre los beneficios de las vacunas? La respuesta no es tan sencilla. De hecho, un reciente estudio realizado por Kamil Fuławka y sus colegas del Max Planck Institute for Human Development apunta a un fenómeno aún más profundo: el rechazo a las vacunas está impulsado en gran medida por lo que los expertos llaman "ignorancia deliberada" y "distorsiones cognitivas". Esto podría cambiar nuestra forma de entender y abordar la resistencia a la vacunación.

La ignorancia deliberada estaría detrás de la resistencia a vacunarse. Foto: Istock / Christian Pérez

Más allá de los datos: una decisión emocional

El estudio, publicado en la revista npj Vaccines, sugiere que la renuencia a vacunarse no es simplemente una cuestión de desinformación, como muchos creían en un principio. La investigación demuestra que los individuos que rechazan la vacuna, en particular aquellos con posturas antivacunas, no solo ignoran parte de la información sobre las vacunas, sino que lo hacen de manera deliberada. Este comportamiento, conocido como ignorancia deliberada, involucra la omisión intencional de datos sobre los efectos secundarios y la eficacia de la vacuna, especialmente los riesgos extremadamente bajos de efectos adversos graves.

Lo más llamativo del estudio es que esta ignorancia deliberada fue un predictor más potente del rechazo a la vacuna que otros factores que típicamente se han investigado, como la edad, el nivel educativo o las creencias políticas. 

Los investigadores sostienen que, para muchos, la decisión de no vacunarse no se basa en la falta de acceso a la información, sino en un sesgo psicológico que les lleva a ignorarla. Este comportamiento se vuelve particularmente problemático cuando la omisión de datos clave, como las bajas probabilidades de efectos secundarios graves, aumenta el miedo y refuerza la decisión de rechazar la vacunación.

¿Por qué ignorar la información?

La pregunta clave es: ¿por qué alguien ignoraría deliberadamente la información que podría salvarle la vida? Para entender esto, el estudio sugiere que los antivacunas suelen procesar la información sobre las vacunas de manera sesgada. 

Uno de los mecanismos más comunes es la distorsión cognitiva, donde la información que contradice sus creencias previas es ignorada o desestimada. Esto es especialmente evidente cuando se trata de las probabilidades de efectos secundarios extremos, que, aunque son muy bajos, se perciben como ciertos. Este fenómeno es conocido como "negligencia de la probabilidad", una forma parcial de ignorancia deliberada que trata las probabilidades bajas como si fueran seguras, elevando así el miedo irracional a las vacunas.

Además de esta tendencia a ignorar datos, los investigadores encontraron que, incluso cuando los individuos inspeccionan la información sobre las vacunas, pueden procesarla de manera incorrecta. Por ejemplo, tienden a sobrestimar las probabilidades de efectos secundarios negativos y subestimar la eficacia de las vacunas. Este tipo de procesamiento distorsionado refuerza la narrativa antivacunas y dificulta la aceptación de la vacunación, incluso cuando los riesgos son mínimos.

Los investigadores descubrieron que, aunque las personas revisen la información sobre las vacunas, pueden interpretarla mal. Foto: Istock / Christian Pérez

Los diferentes grupos: antivacunas, neutrales y provacunas

El estudio segmentó a los participantes en tres grupos: antivacunas, neutrales y provacunas. Los resultados fueron reveladores. Los individuos antivacunas no solo mostraron una tendencia significativamente mayor a ignorar información crítica, sino que también tomaron sus decisiones basándose más en factores externos, como la desconfianza hacia las autoridades o creencias infundadas sobre la gravedad de la COVID-19.

Por otro lado, el grupo neutral, compuesto por personas que no tenían una postura clara sobre las vacunas, demostró ser el más "racional" en términos de procesamiento de la información. Estos participantes eran los más propensos a revisar toda la evidencia antes de tomar una decisión y, en general, mostraron una mayor sensibilidad hacia los datos científicos. Su capacidad para evaluar de manera más objetiva los riesgos y beneficios de las vacunas los hace un grupo clave en los esfuerzos de vacunación, ya que sus decisiones pueden ser influenciadas por campañas informativas bien diseñadas.

Finalmente, el grupo provacunas fue el más abierto a aceptar las vacunas, pero incluso dentro de este grupo, algunos individuos demostraron ignorancia deliberada. Curiosamente, en este caso, la ignorancia parecía estar motivada por una confianza ciega en las vacunas, lo que les llevaba a no inspeccionar los datos debido a una fe incondicional en la ciencia. Esto es interesante porque sugiere que la confianza en las autoridades científicas y médicas puede ser un factor protector, pero también puede llevar a una falta de escrutinio en algunos casos.

El rechazo a las vacunas no es solo desinformación, sino un sesgo psicológico que lleva a ignorar datos clave. Foto: Istock / Christian Pérez

Las implicaciones de la aversión a los efectos secundarios

El miedo a los efectos secundarios, a menudo exacerbado por la ignorancia deliberada, juega un papel crucial en las decisiones de rechazo a la vacunación. El estudio destaca que la aversión a los efectos negativos de las vacunas, como la posibilidad de sufrir coágulos sanguíneos o miocarditis, genera una reacción emocional más fuerte que la posible protección contra la enfermedad. Este desequilibrio emocional, conocido como "aversión a las pérdidas", implica que las personas valoran más el evitar un pequeño riesgo que obtener un gran beneficio.

Es importante subrayar que esta aversión a las pérdidas se observa en todos los grupos, no solo entre los antivacunas. La diferencia está en la magnitud de la respuesta emocional. Mientras que los antivacunas tienden a tener una respuesta mucho más intensa a los riesgos, los neutrales y provacunas también experimentan cierto grado de aversión, lo que refuerza la importancia de una comunicación clara y efectiva sobre los riesgos reales y los beneficios de las vacunas.

Hacia una mejor comunicación de la evidencia

Los hallazgos de este estudio tienen implicaciones importantes para las políticas de salud pública y las estrategias de comunicación. Los investigadores sugieren que, en lugar de centrarse únicamente en la transmisión de información objetiva, es crucial entender cómo diferentes grupos procesan esa información. Para los antivacunas, que tienden a ignorar los datos o a distorsionarlos, puede ser más efectivo centrarse en generar confianza en las autoridades científicas y médicas, en lugar de simplemente proporcionar más datos.

Las personas contrarias a la vacunación suelen procesar la información sobre las vacunas de manera sesgada. Foto: Leonardo.ai / Christian Pérez

Además, los investigadores proponen el uso de simulaciones interactivas como una posible solución para combatir la ignorancia deliberada y las distorsiones cognitivas. Este tipo de herramientas permite a las personas experimentar de manera más tangible los riesgos y beneficios de las vacunas, lo que podría ayudar a corregir las percepciones erróneas y aumentar la aceptación de la vacunación.

El rechazo a las vacunas contra la COVID-19 no es simplemente una cuestión de falta de información. Como demuestra este estudio, factores psicológicos como la ignorancia deliberada y las distorsiones cognitivas desempeñan un papel fundamental en la toma de decisiones. 

Entender estos mecanismos es clave para diseñar intervenciones más efectivas que promuevan la vacunación, especialmente en tiempos de crisis sanitaria mundial. Las campañas de salud pública deberán adaptarse a estos nuevos conocimientos si queremos combatir la desinformación y aumentar la confianza en las vacunas.

Referencias:

  • Fuławka, K., Hertwig, R. & Pachur, T. COVID-19 vaccine refusal is driven by deliberate ignorance and cognitive distortions. npj Vaccines 9, 167 (2024). doi:10.1038/s41541-024-00951-8

Fuente: https://ift.tt/xUZwtLV
Publicado: September 18, 2024 at 04:59AM

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