"Una copa de vez en cuando no hace daño a nadie; beber un poco de vino con las comidas es bueno para el corazón"… Muchas de estas afirmaciones han calado tan hondo en el imaginario colectivo que desmentirlas es en ocasiones una tarea hercúlea.
Un estudio publicado recientemente por la Asociación Americana para la Investigación sobre el Cáncer, (AACR), ha puesto negro sobre blanco sobre la relación entre la ingesta de alcohol y la aparición de cáncer en menores de 50 años. Conclusiones que coinciden con las vertidas en el congreso de la Sociedad Europea de Oncología Médica (ESMO), celebrado recientemente en Barcelona. El alcohol, concluyen los investigadores de uno y otro lado de Atlántico, debería considerarse como un factor de riesgo que el sobrepeso o el tabaco.
Una de las conclusiones más palmarias las publicaba recientemente la revista especializada BMJ Oncology tras constatar que los tumores de las personas menores de 50 años ha crecido en casi un 80% en tres décadas. El estudio apunta a los factores de riesgo alimentarios, entre ellos, el consumo de alcohol y de tabaco, como principales explicaciones del dramático incremento de la incidencia entre esta cohorte poblacional.
falsas creencias sobre el alcohol
Se da la circunstancia que, aunque existen tantas pruebas científicas que demuestran la estrecha relación entre el consumo de alcohol y la aparición de enfermedades y dolencias hepáticas, la aceptación social del consumo de esta sustancia y las falsas creencias generalizadas sobre sus supuestos beneficios dificultan la moderación de su consumo.
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1. El alcohol no ayuda a prevenir enfermedades cardiovasculares
La publicación hace años de estudios de dudosa calidad científica hizo aflorar la falsa creencia de que el consumo leve o moderado de esta sustancia es beneficioso para salud cardiovascular,
Un mensaje completamente falso, desmentido ampliamente por numerosas investigaciones científicas, entre ellas, este macroestudio publicado en verano de 2024 a partir de la observación de más de 100.000 consumidores de alcohol, tanto de forma habitual como moderada. En él se asoció el consumo de esta sustancia con una mayor tasa de mortalidad entre adultos mayores. Entre sus conclusiones: beber vino en lugar de licor, o consumir alcohol solo en las comidas, no eliminan este factor de riesgo, sino que simplemente lo atenúan.
Según apuntan desde la Sociedad Española de Medicina interna, los posibles beneficios del alcohol sobre la salud –aplicados supuestamente a la cardiopatía isquémica– no solo no han sido probados científicamente, sino que en ningún caso tienen en cuenta los efectos negativos del consumo de esta sustancia, como las arritmias, la hipertensión arterial, lo que hace que incluso en pequeñas cantidades el riesgo del consumo sea claramente superior a su hipotético beneficio.
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2. El alcohol también es una droga
La definición de droga, según la OMS es la de "toda aquella sustancia que, introducida en el organismo, produce en un individuo modificaciones del estado psíquico (percepciones, emociones y conducta), que puede causar dependencia". Una definición que, a todas luces, encaja perfectamente con el consumo de alcohol.
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3. El alcohol no mejora las relaciones sociales
Muchos consumidores ocasionales, especialmente aquellos bebedores sociales, alegan que el alcohol les ayuda a desinhibirse en ambientes sociales. La realidad es, sin embargo, distinta. El consumo de alcohol, aun en pequeñas cantidades, puede provocar la pérdida de autocontrol, descoordinación de los movimientos e incluso agresividad, con su consiguiente peligro, incluso para la integridad física.
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4. El alcohol también provoca cáncer
Existe consenso científico sobre la relación directa entre el consumo del alcohol y la aparición de cáncer, sobre todo de boca, garganta (faringe y laringe), hígado, intestino (colon y recto) y mama. Según informan desde la Asociación Española contra el Cáncer, hasta un 12% de todos los tumores están relacionados directa o indirectamente con el consumo de alcohol.
No solo eso, la relación entre ambos factores es especialmente importante en algunos tumores, como el intestinal, donde el consumo diario de 20 gramos diarios de alcohol (el equivalente a dos cañas o un gintonic), puede incrementar hasta un 23% el riesgo de aparición de un tumor. En España, informan desde la entidad, el alcohol está relacionado con la muerte de más de 6.500 personas al año, mucho más, por ejemplo, que las enfermedades digestivas o circulatorias, lo que lo convierte en un factor de riesgo que como mínimo hay que tener en cuenta.
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5. El alcohol no aumenta el rendimiento físico e intelectual
Muchas veces se asocia el consumo de alcohol con un aumento de la sensación de bienestar y tranquilidad, que pueden dar lugar a un mejor rendimiento intelectual. Sin embargo, a largo plazo, esta sustancia puede acabar produciendo el efecto contrario: deterioro de funciones intelectuales que, en ciertos momentos, pueden acabar provocando síndrome de abstinencia. Además, cabe recordar que el consumo de alcohol está relacionado con la merma en los reflejos y la coordinación motora, lo que acaba siendo totalmente contraproducente.
6. El alcohol no ayuda a entrar en calor
El consumo de alcohol aumenta la sensación de calor corporal, pero esto en realidad es una falsa sensación, movida por la vasodilatación cutánea. En realidad, es un efecto contrario, no se gana calor, sino que se pierde por la piel. En determinadas circunstancias, el alcohol actúa como agente poiquilotérmico, esto es, hace que nuestro cuerpo sea incapaz de autorregular la temperatura, lo que, en caso de una larga exposición al frío, puede acabar provocando una reducción de la temperatura corporal. En otras palabras, el alcohol no solo no aumenta la temperatura corporal, sino que incrementa el riesgo de sufrir hipotermia.
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Publicado: September 24, 2024 at 04:03AM