Seguramente has escuchado alguna vez que los perros se parecen a sus dueños. ¿Pero es cierto o se trata tan solo de una creencia popular? Según diversos estudios científicos, esto no solo se cumple en muchos casos, sino que tiene fuertes razones psicológicas detrás.
Sí, tu perro se parece a ti
Investigadores de la Universidad de Medicina Veterinaria de Viena y el Departamento de Etología de la Universidad Eötvös Lórand de Budapest realizaron en 2012 un revelador estudio titulado Birds of a feather flock together? (un proverbio inglés que viene a decir que los individuos con rasgos comunes tienden a juntarse). Su premisa era estudiar si las personas sienten preferencia hacia los perros que comparten ciertos rasgos de personalidad con ellos, y en caso afirmativo, hasta qué punto son conscientes de dicha predilección.
En el estudio, se pidió a 389 personas que tenían perro que rellenasen una encuesta de autopercepción en la que valoraban cinco variables de su personalidad: amabilidad, apertura al cambio, conciencia, estabilidad emocional y extraversión. A continuación, se pidió a los tutores que valorasen esos mismos rasgos en sus perros; para evitar el factor de contaminación emocional, también se pidió a algunas personas cercanas a los tutores que valorasen los mismos rasgos desde la perspectiva de un tercero.
Los resultados mostraron que, muy a menudo, los tutores compartían una personalidad similar a la de su perro o, por lo menos, uno de ellos si es que tenían varios. En estos casos, los investigadores señalan que los perros que se incorporaron a la familia más adelante eran percibidos como más similares a sus tutores que los que llegaron anteriormente “debido a que los dueños optimizaron su elección después de adquirir experiencia con su primer perro”. También observaron que las similitudes de personalidad tienden a incrementarse cuanto más tiempo llevan conviviendo y que los tutores son más conscientes de sus semejanzas.
Amor a primera vista
Un estudio anterior, realizado por dos psicólogos de la Universidad de California en San Diego, descubrió que esta predilección, en un primer momento, va más allá del carácter e incluye el aspecto físico del perro, llegando a una conclusión: a la hora de elegir un perro, las personas inconscientemente sienten preferencia por perros con rasgos que de algún modo les recuerdan a ellas mismas.
En el estudio, se seleccionaron 45 parejas formadas por un perro y su cuidador principal, y se pidió a un grupo de 28 personas que no les conocían que emparejasen la foto de cada perro con el que creían que era su tutor. Los participantes lograron emparejar correctamente a 2 de cada 3 perros con sus tutores y los investigadores notaron que se trataba de aquellos que tenían alguna característica física parecida, especialmente en el caso de las mujeres con un rasgo en particular: el cabello.
Se observó que las mujeres de cabello largo acostumbraban a tener perros de pelo largo y sedoso, mientras que los hombres solían tener perros de pelo corto. También se vio que las que eran rubias o de color castaño claro preferían a los perros que eran blancos o de colores claros, mientras que las morenas se decantaban por perros oscuros o de varios colores. Y tal vez lo más sorprendente: las mujeres con cabello largo a menudo eran emparejadas con perros de orejas largas y caídas; ya que, según los investigadores, dicha forma recuerda al cabello humano enmarcando la cara.
¿Por qué nos atraen más los animales parecidos a nosotros?
Muchos estudios sobre el vínculo entre tutores y sus mascotas, especialmente los perros, apuntan a la misma dirección: las personas sienten una fuerte preferencia, más o menos consciente, por los animales cuyos rasgos les recuerdan de algún modo a ellos.
Parte de esta preferencia, la que se refiere a la personalidad y comportamiento, tiene una lógica muy fácil de entender. Las personas que tienen perro tienden a realizar actividades con ellos y eligen un perro pensando en estas actividades: por ejemplo, alguien a quien le gusta ir al mar preferirá un perro al que le guste nadar, y una persona que acostumbre a ir a la montaña querrá un perro joven y activo.
Además, si los tienen desde pequeños, la propia personalidad del perro se verá moldeada por las actividades de su tutor. No es ninguna sorpresa que los perros que han crecido con sus tutores desde cachorros suelan tener muchos más parecidos en cuanto a personalidad que aquellos que han llegado a la familia siendo ya adultos y con un carácter ya formado.
Finalmente, a la hora de adoptar una mascota se ha observado que las personas tienden a preferir animales de diversa edad según su etapa vital. Los cachorros son preferidos sobre todo por los niños y por las mujeres en edad de tener hijos, mientras que a partir de los cuarenta años crece el número de gente que se decanta por perros ya adultos, especialmente las personas de edad avanzada. Esta tendencia es menos marcada en el caso de los gatos, algo que se atribuye a que sus cambios de comportamiento con la edad son menos marcados que en los perros y sus exigencias de actividad física son menores.
Pero la comprobación de que estas preferencias se extienden también al parecido físico con los perros plantea interrogantes sobre hasta qué punto las personas se ven reflejadas en las características físicas de una especie tan distinta. Y tal vez la clave esté, precisamente, en que son de una especie diferente: la psicología propone que tener alguna semejanza física hace que nos resulte más fácil integrarlos mentalmente como parte de nuestro círculo.
Esta preferencia ha llegado a condicionar en algunos casos la evolución de la especie: un estudio reveló que la mayoría de la gente percibe a los perros de ojos marrones como más sociables y menos intimidantes respecto a los que tienen el iris de otros colores, y que la mayoría de perros tienen los ojos de este color. La conclusión de los investigadores es que esta preferencia se debe a que el marrón es el color del iris más común en los humanos (más de la mitad de la población mundial) y por ese motivo nos resultan más familiares.
La respuesta es más sencilla de lo que piensas
Pero la respuesta definitiva a la pregunta de por qué nuestros perros se parecen a nosotros está en el hecho de que podemos elegirlos y criarlos de una forma mucho más directa que a las personas: no elegimos a nuestra familia y, en el caso de los amigos y la pareja, aunque los elijamos no podemos influir de una forma tan directa en su manera de ser.
En cambio, en el caso de los perros, su personalidad se adapta con mucha más facilidad a la nuestra, especialmente si los hemos tenido desde muy jóvenes. El compartir el día a día y ser responsables de ellos hace que nuestra mascota forme su personalidad y hábitos en base a las experiencias que le proporcionamos, por lo que no debería extrañarnos que se parezcan tanto a nosotros. Si te gusta salir a correr y a tu pareja no, esta puede decidir no acompañarte, mientras que un perro – si no es viejo o está enfermo – probablemente se mostrará más entusiasta.
De hecho, según Borbála Turcsán, investigadora principal del estudio antes mencionado Birds of a feather flock together, a la larga “nos parecemos más a nuestros perros que a nuestros amigos e incluso que a nuestra pareja”. No son pocas las personas que afirman que su perro es su mejor amigo: si eres de ellas, ahora puedes decir que la ciencia te da la razón.
Fuente: https://ift.tt/ND3h2xt
Publicado: October 4, 2024 at 10:14AM