Las conversaciones que predominan entre las mesas del café son, en su mayoría, en inglés. Este establecimiento, que en sus días fue una tienda de barrio, fue desalojado hace unos años, ahogado por el aumento del costo de la renta. Casos como este son comunes en diversas colonias: Juárez, Roma, Condesa, Santa María la Ribera y Escandón. Un flujo constante de nuevos habitantes ha llegado, dispuestos a conquistar zonas icónicas donde resuenan ecos de un pasado colmado de historia y cultura.
La británica Ruth Glass, socióloga urbana, acuñó el término “gentrificación” en los años sesenta, derivándolo del sustantivo gentry—es decir, burguesía o pequeña aristocracia—un concepto que ha viajado a través del tiempo y del espacio, adaptándose a cada lugar que toca. En Londres, se utilizó para señalar el desplazamiento de los obreros por las clases medias altas. De igual manera, en Nueva York se hizo referencia al aburguesamiento que reconfiguró el paisaje urbano y la vida cultural, desplazando a los segmentos sociales de menores recursos.
En la Ciudad de México, este fenómeno se ha presentado desde hace un par de décadas. Aquí, la gentrificación asume un rostro seductor, mostrándose como una oferta “fifi” de modernidad: un estilo de vida que incluye cafés que sirven especialidades de granos, restaurantes gourmet, boutiques de ropa de diseñador y locales de second hand vintage, todo en un ambiente juvenil y cosmopolita.
Hoy, muchas calles de diversas colonias de la Ciudad de México, que fueron el hogar de familias con un arraigo social de generaciones, se han convertido en imanes para quienes buscan establecerse y trabajar a distancia. La cultura mexicana, junto con la calidez y amabilidad de su gente, contribuyen a crear un entorno acogedor para los extranjeros, cuyos ingresos provienen de dólares o euros, lo que incrementa su capacidad de gasto en pesos, encareciendo rentas, bienes y servicios en la zona.
La gentrificación conlleva desplazamientos forzados. Primero, a pequeños comercios que son expulsados para abrir espacios que atiendan a los gustos y hábitos de los nuevos habitantes, llevando al cierre del comercio local y a la extinción de oficios. En la colonia Roma, han casi desaparecido pequeñas imprentas, encuadernadoras, afinadores de pianos, sastres y reparadores de calzado. Luego, los desplazamientos empiezan a afectar a las familias que no resisten el encarecimiento de la zona, presionadas por el capital inmobiliario, que sin reservas construye y poco o nada le interesa conservar las fachadas históricas y artísticas.
Sin embargo, el desplazamiento no es únicamente una cuestión de cifras. Detrás de cada caso hay historias de hombres y mujeres que, con sus costumbres, forjaron una identidad propia de sus colonias, en algunos casos centenarias, ahora desfiguradas por la llegada de nuevos propietarios y nuevos hábitos.
La gentrificación consiente la realidad de que quien más tiene puede ocupar mejores espacios en zonas céntricas, con servicios más eficientes, áreas verdes, luz, seguridad, transporte alternativo y zonas de esparcimiento. En este contexto, se llega a extremos donde es necesario consumir para disfrutar de un jardín o plaza pública desde la banqueta. Así se delinea con claridad el fenómeno de la gentrificación en la Roma o la Condesa, donde los comercios se han apoderado del espacio público, al grado que sentarse en una banqueta cuesta.
Este proceso transforma el entorno y desdibuja la historia, tradiciones, gastronomía y costumbres de las colonias gentrificadas. Es necesaria la intervención de las autoridades para equilibrar los efectos de la gentrificación y contener el encarecimiento de las zonas, el monto de las rentas y de los bienes y servicios. Se requiere regular el hospedaje en plataformas como Airbnb y, sobre todo, fomentar la preservación de la cultura local. Es un tema urgente para las nuevas administraciones del gobierno de la Ciudad de México.
Se plantea así un reto para encontrar un equilibrio entre el desarrollo modernizador y la esencia que hace de cada barrio un lugar único. Detrás de cada café hipster y de cada nuevo comercio, hay historias de personas que, al menos por ahora, esperan que sus raíces no se desvanezcan en el aire del cambio.
Es fundamental tomar conciencia de que son familias las que se niegan a ser desplazadas, así como reconocer la resistencia comunitaria, que, con esperanza, busca mantener su historia, costumbres y tradiciones, reafirmando que no todo está perdido; aún pueden vivir en los hogares que sus familias han habitado generacionalmente. Esperamos que la gentrificación sea parte de la Agenda de la nueva Administración de Gobierno en la Cd Mx.
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José Pérez Linares es Licenciado en Derecho por la Universidad Nacional Autónoma de México. Ha realizado diversos estudios sobre la Ciudad de México, Derecho y Literatura, y Cine y Derecho. Pertenece a la Asociación de Cronistas Oficiales de la Ciudad de México. Ha sido articulista de Rumbo de México y Diario DF, y es comentarista en los programas de radio “Crónicas y Noticias de la Ciudad” y “La Orquesta Filosófica: Difusión de Arte y Análisis Político”.
La opinión emitida en este artículo es responsabilidad del autor y no necesariamente refleja la postura de Noticias En La Mira.
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Publicado: October 9, 2024 at 06:48AM
