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Las supersticiones medievales que todavía sobreviven hoy

Las supersticiones medievales que persisten hoy en día son testamentos de una época en la que lo inexplicable se interpretaba a través del prisma de la religión, la magia e incluso el miedo a lo incontrolable. Aunque muchas de estas creencias y prácticas han perdido su relación con el contexto original en el que surgieron, su misma existencia en el presente evidencian cómo la mentalidad humana necesita encontrar respuestas a las casualidades, aunque sea través de lo sobrenatural o lo espiritual.

Las supersticiones que presentamos a continuación siguen siendo un reflejo de la conexión profunda entre las creencias medievales y la psique moderna.

El 13, número desafortunado por excelencia. Fuente: Microsoft Designer/Erica Couto

El número 13 y la mala suerte

Una de las supersticiones más conocidas y duraderas concierne la triscaidecafobia, es decir, el miedo al número 13. Durante la Edad Media, este número estaba asociado con el mal agüero por su relación con la Última Cena, durante la cual trece personas estuvieron presentes antes de la traición y crucifixión de Cristo.

Se creía que acoger trece personas en una reunión auguraba la muerte de una de ellas. Esta superstición persiste hoy en día. Hay edificios que omiten el piso 13, los aviones no suelen contar con una fila número 13 y en la cultura popular se sigue percibiendo como un número de funestas consecuencias. Este temor medieval no solo refleja la importancia del simbolismo cristiano, sino también la tendencia a interpretar los eventos cotidianos desde una perspectiva simbólica que relacionaba el día a día con la concepción misma del mundo.

Tirar la sal accidentalmente se intepreta como signo de mal augurio. Fuente: Microsoft Designer/Erica Couto

Derramar la sal

Otra de las supersticiones que, aún hoy en día, sigue manteniendo conexiones medievales es la creencia de que derramar sal trae mala suerte. Esta creencia se vinculada a la importancia que la sal tenía en la antigüedad y la Edad Media. La sal era un bien escaso y valioso. Conseguirla era costoso y, al mismo tiempo, imprescindible, ya que permitía conservar los alimentos. Se cree, además, que guardaba connotaciones religiosas y mágicas en la tradición cristiana, al considerarla símbolo de pureza y un medio de protección efectivo contra el mal.

No es casualidad que, en el cuadro de la Última Cena pintado por Leonardo Da Vinci, Judas Iscariote aparezca derramando un salero. Esta imagen contribuyó a asociar el acto de tirar la sal con la traición y la desgracia. Para evitar la mala suerte, se desarrolló la práctica de arrojar una pizca de la sal derramada sobre el hombro izquierdo, una costumbre que todavía se practica en muchos lugares del mundo.

Trece comensales sentados a la mesa en esta Última Cena pintada por Juan de Juanes (Museo del Prado). Fuente: Wikimedia

Tocar madera

La costumbre de tocar madera para prevenir la mala suerte es otra superstición medieval que sobrevive en nuestros días. Se cree que esta tradición se remonta a la época pagana, cuando los árboles, en especial los robles y los fresnos, se consideraban la expresión de espíritus divinos y benevolentes. Al tocar la madera, la gente habría buscado invocar la protección de estos seres sobrenaturales.

Otra interpretación, que surgió más tarde con el cristianismo, vincula la costumbre con la crucifixión de Cristo. El acto de tocar madera se asociaría con la cruz en la que murió Jesucristo y a los poderes milagrosos que algunos creyentes atribuyen a esta.

Decir “Jesús” o “salud” cuando se estornuda

En la Edad Media, estornudar se consideraba un acto potencialmente peligroso. Se creía que el alma de la persona podía escapar por la boca o la nariz, de modo que el cuerpo quedase a merced de los espíritus malignos. Para protegerse, se empezaron a utilizar fórmulas como "¡Jesús te bendiga!" o "¡Salud!" inmediatamente después de que alguien estornudara.

Esta superstición también podría estar relacionada con las epidemias recurrentes en Europa, como las olas de peste que azotaron el continente, en las que los estornudos eran un síntoma alarmante. Aunque hoy en día la creencia en la pérdida del alma ha desaparecido, la costumbre de desear salud al que estornuda sigue siendo común.

Algunas de las costumbres más comunes ligadas a las celebraciones matrimoniales son herencia de la Edad Media. Fuente: Pixabay

Supersticiones sobre el matrimonio

Los rituales y creencias en torno al matrimonio en la Edad Media estaban cargados de un rico simbolismo. El uso de la liga de la novia, por ejemplo, es una tradición que sobrevive en la actualidad. En la Edad Media, se creía que el vestido de la novia portaba buena suerte, lo que llevó a la costumbre de que los invitados intentaran despojar a la novia de sus ropas para obtener un pedazo. Con el tiempo, esta práctica se limitó a conseguir la liga, símbolo de fertilidad y prosperidad. Hoy en día, la liga de la novia se sigue lanzando en las celebraciones matrimoniales, con la esperanza de que el que la atrape sea el próximo en casarse.

Otro ejemplo se encuentra en la costumbre de que el novio cargue a la novia para cruzar el umbral del nuevo hogar de la pareja. En la antigua Roma, este acto servía para proteger a la novia de los espíritus malignos que se creía que rondaban el umbral, el espacio liminal por excelencia por el que transitaban fuerzas potencialmente peligrosas.

Los gatos negros se asociaban con las brujas. Fuente: Pixabay.

Los gatos negros

El gato negro quizás sea uno de los símbolos más icónicos y recurrentes asociados con la mala suerte. Esta creencia también hunde sus raíces en la Edad Media. Los gatos, especialmente los de color negro, se relacionaban con las brujas y el diablo. La superstición creció pareja a los rumores sobre mujeres que poseían gatos negros y que, supuestamente, practicaban brujería.

En época moderna, esta creencia se vio reforzada durante las cacerías masivas de brujas. Puesto que las autoridades religiosas y civiles asociaron a las brujas con el mundo de los animales nocturnos, los gatos se convirtieron en los familiares demoníacos al servicio de las hechiceras. Aunque la superstición ha perdido parte de su fuerza, aún persiste. Cruzarse con un gato negro sigue tomándose como un mal presagio.

Referencias

  • Cryer, Max. 2016. Superstitions and Why We Have Them. New South Whales: Exisle Publishing.
  • Vyse, Stuart. 2019. Superstition. A Very Short Introduction. Oxford: Oxford University Press.

Fuente: https://ift.tt/tsYaiO2
Publicado: October 11, 2024 at 05:43AM

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