TL;DR
En junio, comencé a notar problemas de visión y dolores fuertes en la cabeza. Después de varios diagnósticos incorrectos en hospitales privados y una resonancia magnética que casi no me hacen, me encontraron un tumor en la hipófisis. Aunque en un hospital privado la cirugía costaba $500,000 pesos, fui atendido en el sector público, donde me operaron exitosamente. Recuperé mi vista, pero me di cuenta de los retos que enfrenta el sistema de salud pública, como la falta de personal y cancelación de cirugías por presupuesto. Reflexiono sobre lo que les espera a los mexicanos que no pueden pagar por atención privada.
En junio, comencé a notar que la graduación de mis lentes ya no me funcionaba, y pensé que algo raro ocurría con mis ojos. Pedí una cita con un oftalmólogo privado, pero me la dieron hasta el 12 de julio. El 5 de julio, empecé a sentir un dolor muy fuerte detrás del ojo izquierdo. Decidí ir a un hospital privado, donde me diagnosticaron conjuntivitis y me recetaron gotas para los ojos. Sin embargo, la situación empeoró, empecé a vomitar un buen y regresé al hospital esa misma noche. Aunque me dieron más medicación, seguía sintiendo que algo andaba muy mal.
"Sugiero hacerme una resonancia magnética", le propuse al médico, quien se molestó y me respondió: "Seguro vienes en el coche leyendo en el celular tus síntomas, y ya andas de hipocondríaco, pensando que te vas a morir. Así son los jóvenes de ahora. Ahí está el equipo, pero no necesitas eso. Si me lo pides, hacemos la resonancia, pero te va a salir cara y no es necesaria". ¿Cómo iba a estar leyendo en el coche si la luz del celular me cegaba? Ya ni siquiera podía leer por lo mal que estaba mi vista. Solo le dije al médico que él sabía más y que, si no era necesario, confiaba en su criterio. Spoiler alert: sí era necesaria.
Le respondí que consideraba necesario ver a un oftalmólogo de urgencias. Nos dio el teléfono de un doctor con un consultorio cercano que a veces atendía casos urgentes, y gracias a Dios aceptó vernos a las 9 de la mañana. Tardó un poco en revisarme los ojos y me dijo que mis pupilas se veían bien, pero que debía ir al hospital para ver a un neurólogo y hacerme una resonancia magnética lo antes posible. Así que, sí la necesitaba.
Ya casi ciego, llegué a otro hospital privado, donde efectivamente me estabilizaron, me hicieron la resonancia y encontraron un tumor de 4 x 3 x 2 cm en la hipófisis, lo que había provocado el desplome de mis niveles hormonales y estaba presionando mis nervios visuales. Además, el tumor había comenzado a sangrar, lo cual puso en peligro mi vida. Me dijeron que había aguantado bastante bien, que en casos similares, muchas personas entran en coma o mueren, y hay que operarlas de urgencia.
La cirugía en el hospital privado costaba $500,000 pesos, asumiendo que todo saliera bien. Era un costo que estaba fuera de mi presupuesto, por lo que busqué atención en el sector público. Gracias a Dios, llegué al Hospital de Alta Especialidad de Guanajuato, del sistema IMSS Bienestar, donde me atendieron muy bien y programaron la cirugía.
En el hospital me pidieron si podía llevar unos desinfectantes para mi cirugía, lo cual hice sin problema. Me costaron menos de $1,000 MXN. También me dijeron que necesitaba una campimetría para evaluar qué tan ciego estaba, pero el aparato estaba descompuesto, así que me recomendaron hacerla por fuera, lo cual me costó otros $4,000 MXN. Me dieron la opción de esperar a que repararan el equipo, pero preferí darle prisa al asunto, ya que tenía la posibilidad de pagarlo.
Hasta aquí, todo bien. Recuperé la vista. Llegó el día de mi cirugía, me operaron, y todo salió excelente. Conocí el fentanilo y salí de la cirugía sintiéndome muy bien. Sin embargo, escuché a las enfermeras decir que les acababan de pagar y que llevaban más de un mes sin sueldo. Luego me comentaron que tuve suerte de que programaran mi cirugía, ya que, por falta de presupuesto, habían estado cancelando muchas cirugías de cardiología, aunque las de neurocirugía aún seguían programándose.
Me recetaron varias medicinas, incluida la hormona de crecimiento, que puede costar alrededor de $30,000 MXN al mes. Cuando fui a la farmacia del hospital, solo tenían uno de los cinco medicamentos de mi receta.
Terminé comprando todas las medicinas, excepto la hormona de crecimiento, que no he comprado. Además, debido a una enfermedad crónica llamada atrofia muscular espinal, necesito un medicamento que cuesta alrededor de $340,000 USD al año. Son pocos los gobiernos en el mundo que lo proporcionan, y hacen tratos con el fabricante para obtenerlo a un precio más accesible.
Los empleados del hospital me dijeron que el servicio, que antes era muy bueno, ha ido disminuyendo. Antes tenían cinco oftalmólogos, ahora solo hay uno. Llevan dos años sin un otorrinolaringólogo que les ayude con las cirugías cerebrales que se hacen por la nariz, entre otras deficiencias.
Me pregunto: si lo que me pasó me hubiera ocurrido dentro de cinco años, ¿en qué estado estaría el hospital? Y todas las cirugías de cardiología que se han cancelado, ¿qué pasa con eso? ¿Qué les queda a los mexicanos que no pueden pagar $500,000 por una cirugía en el sector privado? Y a veces ni en el privado te salvas porque ya ven que me querían decir que tenía conjuntivitis cuando tenía un tumor en la cabeza.
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Publicado: October 18, 2024 at 01:18PM