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La bomba que EEUU diseñó para destruir toda la Tierra en los años 50

En la década de 1950, el gobierno de Estados Unidos lanzó Sundial, un proyecto secreto que tenía como objetivo construir una bomba nuclear tan potente que fuera capaz destruir toda la civilización humana. Su creador, el controvertido físico Edward Teller, no buscaba en realidad acabar con el mundo de un bombazo, sino llevar la disuasión nuclear al extremo con un arma tan devastadora que su mera existencia desanimaría a cualquier nación a iniciar un conflicto armado. Sobre el papel, Sundial tiene una potencia equivalente a 10 mil millones de toneladas de TNT, un poder destructor nunca antes visto. Afortunadamente, aunque se llegaron a realizar diseños preliminares, el proyecto acabó siendo descartado.

Sundial surgió en un momento de intensa rivalidad entre Estados Unidos y la Unión Soviética en el que ambas superpotencias competían por desarrollar armas cada vez más destructivas para amedrentar a su oponente. Esta carrera nuclear sin freno —que había comenzado en los años cuarenta con la bomba atómica y se intensificó tras el desarrollo de las primeras bombas de hidrógeno— hacía que ambos bandos construyeran y probaran armas cada vez más grandes y potentes, gastando billones de dólares en el proceso.

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En este contexto de alta tensión, la bomba del juicio final de Teller consiguió llamar la atención de los líderes estadounidenses que, ante el progreso nuclear de la Unión Soviética, financiaron las primeras fases de Sundial. Aunque la idea de crear una bomba de tal magnitud fue vista por muchos como una amenaza existencial para la humanidad inaceptable, Teller y otros muchos, creían firmemente que solo un arma capaz de destruir el mundo entero podría garantizar la paz.

Una aterradora Matroska nuclear

Sundial está diseñada con una estructura conocida como muñeca rusa nuclear, una especie de mecanismo en capas de bombas más pequeñas dentro de una estructura aún mayor que la dotaría con una potencia descomunal. Mientras que una bomba de hidrógeno necesita una bomba atómica para desencadenar su explosión mediante una reacción de fusión, Sundial tomaría ese concepto y lo multiplicaría.

Aunque mucha de la información sobre el proyecto es aún clasificada y no se conoce con exactitud el diseño completo de la bomba, los expertos consultados por el canal de Youtube Kurzgesagt, sugieren que Sundial podría haber tenido un peso de alrededor de 2000 toneladas y una potencia similar a la de una bomba de hidrógeno —que puede ser 1.000 veces más potente que la bomba de Hiroshima—, pero en una escala mucho mayor.

Las consecuencias de su detonación serían terroríficas. La primera explosión liberaría rayos X que serían redirigidos hacia el núcleo de fusión, generando una reacción tan potente que, según los expertos, podría crear una bola de fuego de 50 kilómetros de diámetro. La explosión provocarían que la atmósfera de los alrededores fuera expulsada hacia al espacio y que cualquier cosa en un radio de 400 kilómetros acabase convertida en cenizas. Además, la onda expansiva que generaría una expliosión de estas características sería capaz de causar terremotos de enorme magnitud.

Pero esto no es todo. La detonación tendría consecuencias duraderas y devastadoras en todo el planeta. La liberación de partículas radiactivas, junto con el humo y los escombros generados, generarían una nube que se extendería por el mundo. La nube bloquearía la luz solar y provocaría un invierno nuclear, con una caída global de las temperaturas. Este efecto causaría la muerte para la mayor parte de la vida en la Tierra, la destrucción de ecosistemas, la contaminación de fuentes de agua y la pérdida masiva de cultivos.

Las Actuales Bombas del Juicio Final

Aunque el proyecto Sundial nunca llegó a completarse, la amenaza de una guerra nuclear que acabe con nuestra civilización sigue existiendo. La diferencia es que, en lugar de hacerlo con una sola bomba situada en un lugar indeterminado, se trata de miles bombas repartidas por todo el planeta.

En el apogeo de la Guerra Fría, el arsenal nuclear mundial llegó a contar con más de 70,000 bombas nucleares, repartidas en submarinos, silos y bases militares. Hoy en día, aunque el número ha disminuido a aproximadamente 12,000, la cantidad sigue siendo suficiente para destruir la civilización humana varias veces.

La diferencia entre el proyecto Sundial y las armas nucleares actuales no radica tanto en su capacidad destructiva, sino en cómo están distribuidas y en el hecho de que son más manejables, por lo que podrían usarse en conflictos menores sin destruir el mundo entero. Sin embargo, esta dispersión de armas hace que el peligro de una guerra nuclear sea mucho más realista, ya que permite ataques nucleares limitados sin necesariamente desatar un apocalipsis global.

Esta flexibilidad también aumenta la probabilidad de que una potencia decida usar una de estas armas y desencadenar represalias nucleares en todo el planeta. A pesar de que el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP), firmado en 1968 y que entró en efecto desde 1970, cuenta con 191 países miembros, hay otros como la India, Pakistán, Israel y Corea del Norte, que no lo han firmado o se han retirado del tratado.

Además, la carrera nuclear parece lejos de estar acabada, ya que las grandes potencias continúan modernizando y expandiendo sus capacidades nucleares. EEUU está invirtiendo miles de millones en modernizar su arsenal nuclear, mientras que China quieren expandirlo y podría tener más de 1.000 armas nucleares listas para ser desplegadas en 2030.

Fuente: https://ift.tt/7McsNh8
Publicado: November 12, 2024 at 11:48AM

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